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Chapter 145 - Capítulo 34: Prueba de Fuego

El aire frío y oxidado de la zona industrial abandonada se sentía denso, cargado no solo por la decadencia del lugar, sino también por la inminencia del peligro. Entre metal retorcido y hormigón agrietado, Ryuusei lideraba al equipo —Brad, Bradley y Kaira— a través de una brecha en la vieja valla, adentrándose en el corazón de la desolación. El rastro sangriento de Chad Blake los había conducido hasta allí, y la tensión era un nudo apretado en el estómago de todos, especialmente de Bradley y Kaira, que aún no se recuperaban del horror que habían presenciado.

Avanzaban con cautela:

Ryuusei analizando cada detalle del entorno.

Brad cubriendo la retaguardia, alerta.

Bradley preparado para explorar a supervelocidad si era necesario.

Kaira observando todo con una quietud tensa, luchando por controlar su miedo.

De repente, Ryuusei se detuvo en seco. Sus ojos dorados se clavaron en un punto cercano a la brecha por donde habían ingresado. Un sonido rompió el silencio: el rugido de un propulsor, potente y limpio. Todos se tensaron.

Una figura descendió desde el cielo con gracia calculada. Vestía un traje brillante y se movía con la autoridad de quien está acostumbrado a ser visto: un héroe estadounidense.

Por un instante, una chispa de sorpresa cruzó el rostro de Ryuusei. Fue una microexpresión, tan fugaz como mortalmente significativa. Un héroe oficial. Una complicación inesperada que exigía reacción inmediata.

—Mierda —masculló Brad, flexionando las manos en guardia.

El héroe aterrizó a cierta distancia, su mirada recorriendo la zona hasta detenerse en ellos.

Claramente había sido atraído por la actividad inusual o por señales que no habían detectado.

En una fracción de segundo, Ryuusei tomó una decisión. Fría. Pragmática. Rápida.

Se volvió hacia Brad.

—Vienes conmigo. Héroe.

Brad asintió al instante. Sin preguntas. Su temple era útil en momentos como este.

Luego, Ryuusei se dirigió a Kaira y Bradley, su voz baja, urgente, pero serena como el acero enfriado.

—Cambio de plan. Hay un héroe. Brad y yo lo distraeremos. Ustedes… encontrarán a Chad Blake. Y lo incapacitarán.

El peso de esas palabras cayó sobre ellos como una losa. Un escalofrío recorrió sus jóvenes cuerpos.

—¿Nosotros? —tartamudeó Bradley, su voz aguda, temblorosa por el pánico—. ¿Solos? ¿A… a él?

Kaira, igual de pálida, abrió los ojos en una mezcla de terror y shock. Enfrentarse a un hombre que convertía a otros en fragmentos sangrientos… sin el respaldo de Ryuusei ni Brad… era aterrador.

—No hay tiempo para dudar —sentenció Ryuusei, empezando a caminar hacia el héroe junto a Brad. Sus movimientos eran medidos, controlados, mostrando las manos vacías, en una postura no amenazante—. Él es la prioridad ahora. No debe interferir. Bradley, usa tu velocidad. Kaira, localízalo e influencia si puedes.

Se detuvo brevemente. Su mirada intensa cruzó a ambos.

—Trabajen juntos. —No era una sugerencia; era una orden, pero también una expresión de confianza.

—Confío en ustedes.

Y, con un último vistazo, se alejaron.

—Buena suerte —fue lo último que Ryuusei dijo, antes de enfrentarse al héroe que ya se aproximaba.

Se quedaron solos. Kaira y Bradley. Dos adolescentes en medio de la vasta y sombría zona industrial, con el eco de sus propios latidos retumbándoles en los oídos.

La responsabilidad era aplastante.

El miedo, un ancla pesada atada a sus pies.

Observaban a lo lejos cómo Ryuusei y Brad interceptaban al héroe, improvisando una historia para ganarles tiempo. Tiempo que ellos debían aprovechar para cumplir una misión que parecía mucho más grande que ellos mismos.

—Okay —susurró Kaira, su voz apenas audible, pero firme en medio del terror.

Bradley asintió rígidamente, sus músculos temblando de puro miedo.

Se movieron, cada paso contra el instinto de huir.Cada sombra, cada corriente helada de aire, cada crujido metálico era un golpe de terror psicológico.

—¿Cómo... cómo lo encontramos? —preguntó Bradley, su voz quebrándose.

Kaira cerró los ojos un instante, enfocándose, extendiendo su percepción a través del laberinto de metal oxidado. Allí estaba: una energía caótica, intensa, como un latido frenético en la distancia.

—En ese edificio —dijo, señalando una fábrica sombría en el centro de la zona—. Está ahí.

Saberlo solo empeoró las cosas. Ya no era una posibilidad lejana. Era inminente.

El edificio parecía una boca abierta dispuesta a devorarlos.

Se acercaron. Las paredes exteriores mostraban marcas de explosiones recientes. El olor a quemado… y algo más orgánico… impregnaba el aire.

Cada escena era peor que la anterior:

Mobiliario destruido.

Maquinaria chamuscada.

Y sí, pequeños cráteres ensangrentados en el suelo.

Bradley luchaba por no vomitar, su rostro mortalmente pálido. Kaira no estaba mejor, sus uñas clavándose en las palmas para no derrumbarse.

El terror psicológico era devastador, más allá del peligro físico. Cada paso que daban hacia Chad Blake era un paso más lejos del mundo normal. Estaban entrando de lleno en la brutal y sangrienta realidad que Ryuusei conocía.

Finalmente, llegaron a la gran sala central de la fábrica.

Allí estaba.

Sentado sobre un montón de metal retorcido, los ojos salvajes y erráticos, sonriendo con una mueca torcida. Chad Blake.

Kaira y Bradley se detuvieron en seco. El terror los golpeó como una onda expansiva. Estaban cara a cara con el monstruo.

Solos.

Sin Ryuusei.

Sin Brad.

La prueba de fuego había llegado. Y su capacidad para superar el miedo y actuar juntos iba a decidir si saldrían de esa fábrica vivos.

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