Ficool

Chapter 26 - La Peor Elección Divina de la Historia

Bueno ya olvídando todo lo ocurrido. Cuáles son los poderes que quieres Hideki?.

"Bueno... ya que estoy soñando, voy a pedir todo lo que se me ocurra."

Hideki pensaba mientras esbozaba una sonrisa maliciosa.

"¡Un poder de cada anime y un sistema propio! Vamos a romper este mundo."

Luego, alzando la voz, respondió:

—Quiero el Espíritu de las Siete Espadas.

También quiero un sistema tipo esos animes coreanos... ya sabes, el famoso ese que todos dicen que es genial, pero es más humo que otra cosa.

¡Y también quiero ser bueno en la cama! Así que hazme apuesto, carismático, irresistible... un rompe corazones de manual.

¡Eso sería todo, gracias!

—Perfecto —asintió la diosa con una tranquilidad escalofriante—. Ahora escucha, porque te explicaré cómo sellarás el poder de las hijas del dios dragón.

—Sí, sí, claro... —Hideki respondió distraído, hasta que algo le hizo fruncir el ceño—.

¡Un momento!

¿¡Por qué no hiciste preguntas sobre los poderes que te dije!?

¡No quiero que me pase como con tu hermana, que me dio habilidades más inútiles que tutorial de Minecraft!

A lo lejos, Kurohime apretaba los puños, susurrando como un mantra:

—Contrólate, Kurohime... contrólate...

Hideki la miró de reojo, sonriendo con malicia.

—¿Ese es un nuevo conjuro? Ten cuidado, diosa de la Muerte... no vayas a desintegrarte de tanto estrés.

La diosa de la Vida, harta, golpeó el suelo con el bastón.

—¡Deja de molestar a mi hermana y presta atención, idiota!

Esto es importante.

Suspirando, Hideki puso cara de mártir.

—Está bien, tranquila no te enojes.

La diosa se aclaró la garganta y explicó:

—Leí tus pensamientos.

Sé exactamente lo que querías, así que los poderes están diseñados a la perfección. No hay errores.

—¿Ah, sí? —Hideki arqueó una ceja—. Entonces también viste...

—¡No sigas! —lo interrumpió, levantando la mano como si apartara un trauma—.

Vi todo.

Todo.

Y créeme, hay imágenes que desearía no haber grabado en mi mente inmortal.

Un incómodo silencio flotó en el aire, hasta que ella carraspeó y siguió:

—En fin... Tu misión es simple:

Debes enamorar a las hijas del dios dragón.

Cada vez que consigas enamorar a una, aparecerá en tu sistema un botón que dirá:

"Sellar poder de fuego", "Sellar poder de agua", "Sellar poder de hielo", y así sucesivamente.

Solo tendrás que tocar el botón... y el poder quedará sellado automáticamente.

—¿Así de fácil es?

—Hideki cruzó los brazos, sonriendo como si ya hubiera ganado la lotería—.

Bueno, no creo que tenga problema con eso.

—No es tan fácil —intervino la diosa de la Muerte, ahora un poco más calmada—.

Cada hija del dios dragón es un mundo diferente.

Con tu personalidad... dudo que enamores a una sola.

Hideki soltó una carcajada, señalándola descaradamente:

—¿Ah, sí?

Pues con todo y eso... hice que tú empezaras a sentir cosas por mí.

Mira qué cerquita estás, preciosa.

Kurohime se puso tensa, roja de ira.

—¡Solo estoy cerca para evitar que te acerques a mi hermana, maldito pervertido!

—Sí, sí, lo que digas —se burló Hideki, guiñándole un ojo—.

Pero bueno... viéndolo desde tu perspectiva, tal vez sí sea un poco complicado.

La diosa de la Vida, que ya había asumido su papel de narradora resignada, agregó:

—Además, casi todas son reinas.

Algunas incluso son veneradas como diosas.

Son un completo misterio: no sabemos ni sus nombres reales, ni por qué fueron enviadas a ese mundo.

Kurohime, como quien echa limón a una herida, remató:

—Y no olvides las traiciones. Las guerras constantes.

Así que, por favor, trata de no morir, ¿sí?

Tienes solo dos oportunidades, pervertido.

Hideki soltó un suspiro teatral.

—Gracias por preocuparte por mí, princesa de la oscuridad.

Pero tranquila, estaré bien.

Además, tú fuiste quien decidió darme solo dos vidas, ¿o ya lo olvidaste?

—¿Sabes qué? Olvidado —gruñó Kurohime—.

Solo quiero verte cuando mueras...

Esa carita tuya de decepción y tristeza será la mejor recompensa del universo.

Hideki sonrió de lado, como quien acaba de ganar una discusión sin decir nada:

—Y eso que dices que no te gusto.

Mira cómo hasta me estarás esperando.

¿Lo escuchaste tú también, o soy el único? —dijo mirando a la diosa de la Vida..

—Sí... lo escuché —respondió ella, resignada—.

En fin... trata de cumplir tu misión.

Y si logras hacerlo... te recompensaremos con cualquier cosa que pidas.

En ese momento, la sonrisa de Hideki se volvió aún más peligrosa.

—¿Cualquier cosa? —repitió, relamiéndose como un lobo hambriento.

Las diosas intercambiaron una mirada de horror.

—Mejor... olvida que dije eso —murmuró Yuzuriha, llevándose la mano a la frente.

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